Mesa de trabajo: El papel del agua en la agricultura del futuro

Acta 9 de Noviembre 2020           CONTACTO: redes@intervegas.org

PARTICIPANTES

Estuvieron presentes en la Mesa las siguientes personas:

Ruth Acosta, Inocencio, Soledad de la llama, Juan Miguel Sánchez, Inocencio Blanco, Enrique Cantabria, Jesús Manuel Llorente Muñoz, José María Martín Civantos, Juan Raya, Ricardo Alois Sebastián, Valle López Tello-Jiménez, Esther Ávila,

La dinamización y moderación a cargo de Adolfo González Díaz

APORTACIONES PARA LA MESA DEL AGUA De Soledad de la Llama

Sugerencia de 5 medidas a tomar o 5 puntos de mayor interés para futuras mesas del agua en InterVegas

1. Poner en tela de juicio el criterio de garantía de suministro (actualmente recogido en la ley y difícil de asumir en tiempos de inversión para modernizar) y abordar la liberalización del agua hoy por hoy apropiada por la gran agricultura . Ello porque en una situación de CC para el reparto del agua se tendrá que entrar a valorar consideraciones no sólo económicas sino, sociales, ambientales y territoriales (idea ya mencionada por Julia Martinez en el XI Congreso de la FNCA celebrado en septiembre 2020)1

2. La modernización del regadío es en sí respuesta a una situación de crisis.
La eficiencia de la modernización es indiscutible pero la situación de crisis que pretendía solventar no se solventará mientras la tendencia lineal sigua siendo el incremento de superficies de regadío y aliente el cambio de cultivos de secano a cultivos de regadío.

Mejorar eficiencia sí pero teniendo en cuenta o la necesidad de garantizar la sostenibilidad económica y social de los proyectos de modernización y

o      la sostenibilidad medioambiental (Pedagogía sobre Cambio climático) o abordar la necesidad de revisar concesiones tras la implantación de modernización de regadíos y

o       necesidad de proteger regadíos históricos y tradicionales ya que su modernización ocasionaría impactos ambientales negativos (ecosistemas generados en torno a acequias y canales históricos).

Convendría valorar incluso la producción no por hectáreas sino por m3 (tridimensional vs. bidimensional) de tal forma que podamos liberar más tierras de regadío a su estado natural 2

3. Mejorar el conocimiento y el control de todos los usos del agua en regadío con el objetivo de:

  • Reducir los consumos pasando por asociar un riesgo reputacional a los productos provenientes de malas prácticas y consumos ilegales (idea ya lanzada desde WWF).

  • Conocer los usos asociados a los datos de retorno a la propia cuenca y permitir sistemas intermedios de regadío que permitan esos retornos (acuíferos y pozos perderán si no con las modernizaciones de regadío).

    2 Mi contribución al trabajo Half-Earth: Our Planet’s Fight for Life, E. O. Wilson 2016. Quien propone que la mitad de la superficie terrestre se reasigne como Reserva Natural inaccesible a la explotación humana con el fin de preservar la biodiversidad Medio planeta: La lucha por las tierras salvajes en la era de la sexta extinción.

  1. Relacionar la planificación del agua con el tipo de cultivos a los que va destinada => Determinar necesidad hídrica de cada cultivo incluso adoptar estrategias de riegos deficitarios para buscar un punto de equilibrio y dar con ese óptimo de eficiencia vinculando valores sociales, económicos y ambientales a la producción. No se trata tanto de que seamos eficientes o no sino también de valorar en qué cultivos queremos centrar nuestros recursos.

  2. Hacer estudios entre la población para valorar su percepción sobre problemas y soluciones a la escasez de agua (más trasvases, más pantanos, uso de desaladoras, restricción de las demandas de riego para agricultura, mejora de regadíos, reducción del consumo doméstico, etc..) para anticiparnos en próximos escenarios de CC, a la implantación de soluciones en este sentido.

De Inocencio Blanco Temas:

  1. Las repercusiones sociales y ambientales de la modernización de regadíos: el falso mito del ahorro de agua.

  2. Las limitaciones hídricas del territorio ante nuevos regadíos.

  3. Los valores de los regadíos mediterráneos históricos.

  4. Las repercusiones del aumento de regadíos intensivos en la contaminación de las aguas por nitratos y pesticidas, en los ecosistemas y en la biodiversidad

  5. Las necesarias adaptaciones de los regadíos al cambio climático.

Medidas

El gran desafío de la agricultura y el gua en el futuro, gira entorno a la recuperación del buen estado ecológico de las masas de agua y la reversión y mitigación de los impactos del cambio climático, que en la península supondrá mayores temperaturas, menor precipitación, y mayor torrencialidad, lo que implica una importante reducción de la disponibilidad del agua:

  1. 1)  Reducir la contaminación difusa de acuíferos y aguas superficiales mediante el reducción y mejora del uso de abonado y fitosanitarios, para alcanzar el buen estado ecológico de las masas de agua.

  2. 2)  Reducir el consumo de agua en el regadío mediante medidas como: cambios de cultivo de alto consumo de agua y bajo valor añadido a otros de mayor valor añadido (ecológico y ambiental) y/o menor consumo de agua; paso de regadío a secano con riego de apoyo, estímulo de retirada de superficies de regadío, reducción de subvencione perversas, vigilancia de cumplimiento de normas.

  3. 3)  Preparar la agricultura de secano para mayor resiliencia ente los desafíos del cambio climático con medidas de protección frente a sequias prolongadas.

  4. 4)  Condicionar la modernización de regadíos a la reducción de las dotaciones de uso al 50% del valor de concesión.

  5. 5)  Desarrollar un programa detallado de transición al regadío sostenible zona a zona para establecer, y priorizar medidas selectivas considerándolos los aspectos, climáticos, edafológicos, económicos, comerciales, sociológicos…

Como representante de la Plataforma «CEGA, EL RÍO QUE NOS UNE «, y atendiendo a tus peticiones, cito algunas cuestiones que a mi modo de entender se deben tratar en la mesa:

  • Desmitificar el regadío como única forma del desarrollo rural y apostar únicamente por aquellos que con la mayor eficiencia y eficacia sean sostenible en agua y energía, y se realicen en terrenos con vocación de regadío.

  • Deshidratar la actividad agraria y dejar de ver el agua únicamente como recurso productivo

  • Vincular las ayudas públicas a modelos realmente sostenibles, donde se aplique el Principio de Quien contamina Paga, penalizando los modelos industriales y favoreciendo sistemas agrosistémicos.

  • Diversificar los Programas de Desarrollo Rural, más allá de la actividad agraria, donde todas las opciones posibles conserven los valores identitarios y etnográficos de la comarca.

  • Priorizar el agua para el abastecimiento y no para la actividad agraria intensiva e industrial como ocurre en muchos territorios, donde la sobreexplotación y contaminación agraria se impone al agua de boca.

REFLEXIONES TENDENTES AL USO SOSTENIBLE DEL AGUA

De Manuel Cala 1.- Preámbulo

El vertiginoso desarrollo demográfico, unido a la cada vez más importante industrialización de la humanidad, trae consigo un aumento continuado de las necesidades. Es por ello que parece imprescindible una mayor concienciación para la protección del entorno natural y los recursos básicos, entre ellos el agua, pues de la misma depende el desarrollo de la vida.

Quizás sea conveniente recordar que es uno de los recursos naturales básicos más preciado e indispensable para la vida en el planeta, que ha de ser protegido de toda agresión, y cuyo valor debería ser reconocido como patrimonio común de la humanidad. Los océanos juegan un papel capital en la regulación del clima del planeta. Siendo el agua dulce un recurso reciclable, que globalmente permanece constante, en algunos lugares está llegando a ser un bien sobreexplotado, escaso, contaminado, despilfarrado y sometido a multitud de agresiones, presentándose como una de las mayores y más importantes dificultades presentes y del futuro, como se pone de manifiesto en años de pronunciada sequía y/o de graves inundaciones.

Aunque es difícil conseguirla, se deteriora y contamina fácilmente al usarla, pero no desaparece, y deja de ser un recurso indispensable para convertirse en un problema sanitario, ecológico, social, territorial… y también económico; por tanto, se debería apreciar en su justa medida, sin olvidar que es un bien público que pertenece a la humanidad (incluyendo a quienes se fueron y quienes vendrán), por lo que es obligación de todas y todos, individual y colectivamente, gestionarla de forma adecuada, utilizarla con justa moderación y devolverla, al emplearla, en el mejor estado posible.

Probablemente se necesite reflexionar algo más sobre estos y otros muchos aspectos, así como nunca olvidar que su escasez se acentúa con más intensidad; pero, lejos de intentar remediarlo, normalmente se agravan aún más los efectos derivados de una gestión inadecuada, provocando con ello que a veces se pierda la conciencia del valor de este recurso, que lejos de ser inagotable, es finito, y lejos de ser inalterable, se deteriora fácilmente con su uso.

Una de las primeras iniciativas mundiales de toma de conciencia sobre la problemática del agua, así como de la necesidad de proceder a su cuantificación y protección, surgió de la UNESCO en 1964, cuando lanzó el denominado «Decenio Hidrológico Internacional» y su continuación con el «Programa Hidrológico Internacional».

El interés del recurso se puso de manifiesto el 6 de mayo de 1968, en Estrasburgo, donde los 18 países integrantes de la Asamblea Consultiva del Consejo de Europa proclamaron la «Carta Europea del Agua», cuyos puntos señalan (sin incluir su desarrollo) que:

  1. Sin agua no hay vida posible. Es un bien preciado, indispensable a toda actividad humana.

  2. Los recursos en agua dulce no son inagotables. Es imprescindible preservarlos, controlarlos y, si es posible, acrecentarlos.

  3. Alterarlacalidaddelaguaesperjudicarlavidadelhombreydelosotros seres vivos que de ella dependen.

  4. La calidad del agua debe ser preservada de acuerdo con las normas adaptadas a los diversos usos previstos y satisfacer especialmente las exigencias sanitarias.

  1. Cuando las aguas, después de utilizadas, se reintegran a la naturaleza, no deberán comprometer su uso posterior, público o privado, que de ésta se haga.

  2. El mantenimiento de la cobertura vegetal adecuada, preferentemente forestal, es esencial para la conservación de los recursos hídricos.

  3. Los recursos hídricos deben inventariarse.

  4. Para una adecuada administración del agua es preciso que las autoridades competentes establezcan el correspondiente plan.

  5. La protección de las aguas implica un importante esfuerzo, tanto en la investigación científica como en la preparación de especialistas y en la información al público.

10.El agua es un patrimonio común, cuyo valor debe ser reconocido por todos. Cada uno tienen el deber de utilizarla con cuidado y no desperdiciarla.

11.La administración de los recursos hidráulicos debiera encuadrarse más bien en el marco de las cuencas naturales que en el de las fronteras administrativas y políticas.

12.El agua no tiene fronteras. Es un recurso común que necesita de la cooperación internacional.

Con la finalidad de potenciar el interés mundial del recurso, su escasez, vulnerabilidad y degradación, el período comprendido entre 1980 y 1990 fue declarado por Naciones Unidas como “Decenio del Agua”.

Significar asimismo que en 1992 la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó una Resolución por la que el 22 de marzo de cada año fuera declarado “Día Mundial del Agua”, siendo 1993 el primer en celebrarlo. A esta celebración se añadirían posteriormente eventos anuales específicos en torno al agua, e incluso decenios de acción como es el caso del actual decenio 2018-2028 “Agua para el Desarrollo Sostenible”. Todo ello no hace sino reafirmar que las medidas hídricas y de saneamiento son clave en la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental.

2.- El agua, ¿un recurso limitado?

Las tres cuartas partes de la tierra está cubierta por los océanos, ríos, lagos, aguas subterráneas y grandes masas de hielo que forman los casquetes polares y glaciares, pero solo una pequeñísima cantidad (que se estima en el 0,01%) se encuentra a disposición de los seres vivos. Solo este porcentaje se considera potable, el cual además se deteriora con el uso, y aunque siga siendo agua, pero contaminada, se convierte en alarmas para la vida de esos lugares. Por tanto y aunque curiosamente resulte paradójico, es el elemento natural más abundante (para el que no existen sustitutos posibles) y a la vez el más escaso del planeta. Otro de sus problemas estriba en la forma de distribuirla, pues está francamente mal repartida. No obstante, escasa o abundante, potable e insalubre, el agua es fuente de vida y todas las actividades desarrolladas por el ser humano dependen de ella, por lo que ha de ser protegida de toda agresión, ya que se necesita, y limpia, sin olvidar que sin ella casi nada de lo que se hace es posible.

En el “Día Mundial del Agua 2020”, Naciones Unidas ha recordado que 2200 millones de personas viven sin acceso a agua potable y que tres mil millones de personas en el mundo no tienen cómo lavarse las manos contra el coronavirus. También ha destacado que la adaptación paulatina a los efectos que el cambio climático puede ocasionar sobre el agua protegerá la salud y salvará vidas. En sentido inverso, si se usa más eficientemente, también se reducirán los gases de efecto invernadero. Su mensaje clave se resume en tres puntos relevantes:

  • No podemos darnos el lujo de esperar. Los responsables de la política climática deben poner el agua en el centro de los planes de acción.

  • El agua puede ayudar a combatir el cambio climático. Existen soluciones de agua y saneamiento sostenibles, asequibles y escalables.

  • Todos tienen un papel que desempeñar. En nuestra vida diaria, hay pasos sorprendentemente fáciles que todos podemos tomar para abordar el cambio climático.

    También esta campaña 2020 muestra cómo el uso que se haga del agua puede ayudar a reducir las inundaciones, las sequías, la escasez y la contaminación, así como a combatir el cambio climático.

    Parece conveniente apuntar asimismo que el mundo está cambiando de forma acelerada, la escasez de agua se ha acentuado y los problemas de contaminación hídrica se agravan. En las últimas décadas la población humana del planeta se ha duplicado, pero el uso del agua se ha multiplicado por cuatro. Además del creciente desarrollo demográfico, también el progreso técnico ha hecho perder la conciencia del valor de este recurso que, lejos de ser inagotable, es finito, y que lejos de ser inalterable, se deteriora fácilmente al ser utilizado.

    Aunque el agua necesaria para la agricultura de las regiones templadas y húmedas básicamente proviene de la precipitación, en las zonas áridas y semiáridas es necesario el riego si se quiere recoger la cosecha. Se estima que para la irrigación del planeta se consume alrededor del 70% del agua dulce. Este alto porcentaje supone el mayor obstáculo que se interpone a los ciclos hidrológicos. Además, debido a una demanda cada vez mayor de alimentos y al cambio climático, se prevé que este consumo continuará incrementándose.

El agua que es extraída pero no consumida regresa a los ríos o se infiltra en el suelo y es almacenada en los acuíferos. El riego consume la mayor parte del agua que se extrae (frecuentemente la mitad o más) como resultado de la evaporación, incorporación a los tejidos de las plantas y transpiración de los cultivos. La otra mitad recarga el agua subterránea, fluye superficialmente o se pierde como evaporación no productiva. Las cifras de las extracciones de agua para la agricultura no incluyen las lluvias que benefician a los cultivos de secano. En realidad, el “agua de lluvia” produce más alimentos que el “agua de riego”, considerando además que el “agua de lluvia” también contribuye a la agricultura de regadío

España es uno de los países caracterizados por un alto consumo de agua y donde una parte importante de su población aún se sigue convencida de su abundancia e infinita inagotabilidad. Esto contrasta con las precipitaciones caídas, así como no contar con ríos estables y caudalosos, ni con lagos naturales; pero si, con alrededor de 1000 embalses (lo que supone una longitud de costa interior superior a la comprendida por la costa del mar) y más 500000 pozos, bastante de ellos ilegales.

El reparto temporal y espacial del agua en el Estado español es bastante desigual, existen grandes cuencas que albergan enormes ríos (Ebro, Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir) y otras minúsculas en zonas costeras con ramblas que solo llevan agua en períodos lluviosos. Las tres cuartas partes de las escorrentías pertenecen a las cuencas atlánticas, y entre 8 y 13% es para la mediterránea. Tampoco llueve igual en todas partes: por lo general, la precipitación en el norte es bastante superior la del sur, agravado, además, con el hecho de que donde más calor hace menos llueve. Esto provoca que alrededor del 75% del caudal total se concentre en el norte peninsular.

En España, con un tejido industrial en retroceso y una economía volcada en el sector servicios, el problema del agua afecta a la cantidad y calidad de los recursos hídricos, así como al futuro socioeconómico de algunas regiones (con serias amenazas para la industria turística, daños en zonas de regadío y con problemas ambientales en lugares especialmente sensibles).

Desde un punto de vista climático, una parte importante de la geografía española constituye un espacio caracterizado por la presencia anual de un largo período seco (durante el verano) y por la recurrencia de ciclos interanuales de sequía. Su modelo de desarrollo económico, basado en el consumo creciente de agua (con un fuerte incremento de obras de regulación), hace que se potencien la mayor parte de sus usos, cuando parece lógico que se busque su ahorro y la diversificación del desarrollo hasta hacerlo más sostenible.

Quizás convenga ir cambiando de interrogantes. En vez de preguntar ¿cuánto agua se necesita?, analizar ¿cuánta agua hay?… y ¿cómo obtener el óptimo beneficio de ella, sin deteriorar irreversiblemente el medio natural?

3.- La sequía y su impacto

Para su gestión óptima, el agua es uno de los recursos naturales más vital. Igualmente, como se ha puesto de manifiesto en años de pronunciada sequía, es uno de los más problemáticos y un fenómeno recurrente.

Una adecuada gestión de la sequía exige un detallado conocimiento previo de su comportamiento en el tiempo y en el espacio, así como estudiar una serie de interrogantes de difícil respuesta, tales como: ¿cuándo se inicia?, ¿cuándo puede darse por terminada?, ¿a qué ámbitos espaciales afecta?, ¿cuáles son los más impactados?…

No solo la precipitación es un elemento muy variable, sino que los restantes componentes que intervienen en su génesis (pérdidas por evapotranspiración, infraestructuras de regulación, distribución de las aguas, reserva en el suelo…) están caracterizados por una extraordinaria complejidad, que hace que el problema sea aún más delicado.

La sequía al revelarse como un fenómeno múltiple, en el sentido de que no hay una sola sino muchas, hace que su estudio sea bastante más complejo de lo que en un principio pudiera parecer. Se puede definir como: «un déficit hídrico inusual que genera impactos adversos en la sociedad que la padece, alterando el normal desenvolvimiento de su vida colectiva» (Pita, MF, 1995).

Es conveniente diferenciar con claridad este término con el de aridez, que alude a unas condiciones permanentes y habituales de escasez de agua (rasgo que caracteriza a determinados climas). Andalucía por ejemplo, presenta una clara degradación oeste-este de la aridez climática, extremada en su parte más oriental (Almería) hasta alcanzar características desérticas. En este contexto, los períodos de sequía no pueden considerarse como una situación excepcional, sino de un hecho estructural que se repite cíclicamente.

La sequía, sin embargo, alude a una anomalía hídrica negativa, a un déficit de agua coyuntural y anómalo, de forma que puede originarse en cualquier tipo de clima, a veces incluso en los caracterizados por una abundante precipitación. Ese carácter anómalo y coyuntural le otorga capacidad para generar perjuicios, pues supone una ruptura de las condiciones normales o habituales.

En consecuencia, se puede considerar como una manifestación más de lo que se ha venido en llamar los riegos o desastres naturales. Pita lo define como «todo fenómeno extremo del medio físico que resulta perjudicial para el ser humano y que está originado por fuerzas externas a él, siendo estas incontrolables e imprevisibles, de manera que otorgan al desastre un carácter azaroso que lo convierten en riesgo para la sociedad».

Ello supone que en dichos desastres naturales intervienen tres elementos claves que se interrelacionan entre sí: el fenómeno extremo que lo origina, los impactos que generan en la sociedad, los ajustes que ésta emprende para luchar contra ellos, lo cual conduce a enunciar que dichos desastres son una muestra de vulnerabilidad social ante los fenómenos extremos del medio, siendo mayor cuanto más inadecuado sea el sistema de ajustes a la realidad natural que lo ocasiona.

Si se aplica estos razonamientos al ámbito de las sequías, se puede decir que los impactos surgirán cuando se produzca un fuerte desajuste entre los aportes de agua que la sociedad recibe y los consumos que necesita para su normal desenvolvimiento. Esto no se traduce tan solo a cuando exista escasez, sino también cuando aparezca en exceso (inundaciones, inadecuado uso…). Por tanto, este desajuste tiene una responsabilidad social, ya que es el sistema socioeconómico el que fija los consumos de agua necesarios, determinando en gran medida los aportes de que va a disponer, permitiendo su almacenamiento, su trasvase y, en suma, su regulación.

Ello lleva a pensar que un buen sistema de ajustes que establezca unas relaciones consumos-aportes favorable a estos últimos y con un margen de seguridad suficiente como para hacer frente a déficit hídricos prolongados, configurará una sociedad poco vulnerable frente al déficit de precipitación; por tanto, con un reducido riesgo de sequía. Obviamente, cualquier cambio socioeconómico, dada su capacidad para alterar los consumos y aportes de agua, podrá conducir a un cambio de dicha vulnerabilidad, aumentando o disminuyendo el riesgo de sequía según los casos.

4.- Sobreexplotación y contaminación de las aguas

Las aguas residuales que se devuelven a la naturaleza una vez utilizadas suelen llevar incorporados una carga contaminante (orgánica y/o inorgánica) superior al nivel de autodepuración del lugar de vertido. Las modificaciones que suelen generar sobre el régimen natural de ríos y acuíferos pueden llegar a constituir graves agresiones al medio natural de consecuencias muy variadas. Por ejemplo:

  • La sobreexplotación de acuíferos (que podría considerarse como una modalidad de la contaminación) puede deteriorar la calidad de las aguas, e incluso contribuir a cierta desertificación de algunas áreas.

  • La regulación de ríos mediante embalses puede provocar determinados impactos no siempre positivos.

  • Los aprovechamientos intensivos de los cursos de agua superficiales de grandes cuencas pueden contribuir a la desertificación por salinización de los suelos.

  • Los vertidos a cauces están llevado a pérdidas considerables de agua por contaminación de estas.

    Generalmente la incidencia e importancia de la sobreexplotación de acuíferos, es tanto mayor cuanto más escaso es el recurso. Según Pulido, A. algunas consecuencias negativas son:

  1. a)  Directas: compactación inducida del terreno y la consiguiente pérdida de la capacidad total de almacenamiento; incremento de los cestos de explotación como consecuencia del crecimiento de la altura de elevación; descenso de los niveles piezométricos; deterioro de la calidad del agua; modificaciones inducidas en los regímenes de los ríos relaciones con los acuíferos sobreexplotados; afección o secado de zonas húmedas; problemas legales por afección a los derechos de terceras personas.

  2. b)  Indirectas:problemasenlasredesdeevacuacióndeaguasresidualesde ciudades afectadas; rotura de canalizaciones, conducciones y vías de comunicación en dichas áreas; salinización de acuíferos; avance de la desertificación; modificaciones en la vegetación; cambio en las propiedades físicas del acuífero; inducción de contaminación.

El texto refundido de la Ley de Aguas define la “contaminación” como «la acción y el efecto de introducir materias o formas de energía, o inducir condiciones en el agua que, de modo directo o indirecto, impliquen una alteración perjudicial de su calidad en relación con los usos posteriores, con la salud humana, o con los ecosistemas acuáticos o terrestres directamente asociados a los acuáticos; causen daños a los bienes; y deterioren o dificulten el disfrute y los usos del medio ambiente. En consecuencia, la contaminación de las aguas es un hecho ligado al ser humano que requiere un control constante y exhaustivo para detectar zonas problemáticas y planificar actuaciones. También está relacionada a dos circunstancias: concentración y tipo de contaminante, y uso al que se destine.

Los principales agentes contaminantes se pueden reunir en: contaminantes biológicos, contaminantes orgánicos biodegradables, contaminantes químicos minerales, descargas de agua caliente, detergentes, hidrocarburos, pesticidas, sólidos en suspensión, sustancias radiactivas…y todos aquellos cuya propiedad física, organismo o sustancia deteriore las características naturales originales de un agua.

Aunque es muy difícil clasificar las fuentes potenciales de contaminación, por su gran variedad y combinaciones posibles, las sustancias contaminantes suelen tener su origen en dos tipos de fuentes: a) Puntuales (vierten a una masa de agua a través de un foco localizado, una tubería por ejemplo): algunas descargas de plantas de tratamiento de aguas residuales, desagües de las redes de saneamiento municipales, sobrecargas en los sistemas unitarios de alcantarillado, vertidos industriales… b) No puntuales (vierten la carga contaminante difusamente, provocando con ello que su delimitación geográfica sea bastante difícil): la materia que aportan a las aguas guarda relación con determinados aspectos climáticos incontrolados por el ser humano, tales como tormentas, precipitaciones, etc.

Entre otras, algunas las fuentes contaminantes proceden de: accidentes en el transporte de sustancias tóxicas; actividades agrarias producidas principalmente por el abuso de abonos minerales, de productos y tratamientos fitosanitarios…; actividades mineras; cementerios de residuos radiactivos; escapes de productos industriales almacenados; humos y polvos industriales arrastrados por la lluvia; mala gestión de acuíferos costeros; vertederos de RSU incontrolados, e incluso otros de los denominados controlados; vertederos de residuos industriales; vertidos de aguas residuales a cauces procedentes de industrias; vertidos de efluentes arrojados sin depuración previa; vertidos incontrolados de «purines» y «lisieres» de las ganaderías intensivas; vertidos en subsuelo..

Los acuíferos subterráneos son más difíciles de contaminar, pues existen barreras de defensa que hacen más lenta la llegada de elementos nocivos, actuando en bastantes casos como autodepuradoras; pero, una vez producida la contaminación es imprevisible cuál será su dinámica y siempre muy difícil su reversión. Ésta puede ser directa, sin dilución, cuando se introducen directamente elementos contaminantes en el acuífero; e indirecta, con dilución, cuando se produce por contaminación de recarga natural o por entrada de aguas contaminadas.

Por su importancia, mención especial merece las contaminaciones hídricas generadas en el agua por la actividad agraria, siendo las más comunes y estudiadas: la difusa, la intrusión salina y, algo menos, la localizada por vertederos, fosas o granjas.

La difusa, básicamente, está provocada por el abuso y mal uso de abonos minerales, plaguicidas y vertidos incontrolados de «purines» y «lisieres». Su efecto se ve acentuado por el manejo inadecuado de algunas técnicas agrarias, como: aplicación de dosis excesivas de agua en riegos agrícolas, que provoca lavados y escorrentías: mal manejo de suelos; elección, dosificación y aplicación incorrecta de abonos y plaguicidas; eliminación incorrecta de envases y restos de pesticidas…

Buscando la máxima productividad de las cosechas, muchas personas agricultoras suelen abusar en la utilización de abonos (principalmente de tipo nitrogenado), que son arrastrados en su mayoría por el efecto de la lluvia o por el riego, acabando en lagos, embalses o acuíferos. Estas malas prácticas y ciertas actividades ganaderas (en los lugares donde los animales permanecen estabulados y muy especialmente en las “macrogranjas”) provocan la contaminación de acuíferos por exceso de nitratos. Ya en 1991 lo regulaba la Directiva Comunitaria 91/676/CEE, relativa a la protección de las aguas contra la contaminación producida por nitratos utilizados en la agricultura.

Con la finalidad de salvar la máxima cantidad de la cosecha, se abusa en el empleo y dosificación de los productos fitosanitarios, los cuales cada vez son más potentes, y muchos de ellos más tóxicos, haciendo que se acumulen en las aguas pues solo se aprovecha del orden de una cuarta parte del producto, el resto es disuelto y arrastrado por las aguas superficiales y subterráneas provocando su contaminación.

La intrusión salina está provocada por la imposibilidad de recarga natural del acuífero, debido a sequías prolongadas y/o la supresión de los flujos recargantes de manera artificial, la sobreexplotación de descarga por encima de las cantidades de equilibrio, o por la combinación de ambas.

5.-Algunos aspectos de interés

a) Una problemática que se le plantea a la sociedad es conocer su medio natural hídrico para decidir cómo le interesa conservarlo o mejorarlo. Por ejemplo: parece esencial partir de una buena descripción de los ecosistemas desde el punto de vista hídrico; algunos ríos no solo disminuyen el caudal en verano sino que llegan incluso a secarse; la demanda ambiental surge al intentar definir los usos que se deben dar al volumen regulado para mejorar el entorno natural, aquí actúan los caudales ecológicos y los mínimos en los ríos; la integración entre aguas superficiales y subterráneas; valorar las acciones ingenieriles determinando: ¿qué actuaciones concretas son necesarias?, ¿cómo deben ser éstas?, ¿dónde se ubican?, ¿cómo encajan en el Plan Hidrológico?…; el planteamiento económico también debe aparecer: ¿cuánto dinero supone estas actuaciones?, ¿cómo se financian?, ¿en quién repercuten?…; el abordamiento de las modificaciones necesarias en el ordenamiento jurídico, para regular las relaciones entre los seres humanos y el medio hídrico.

  1. b)  Probamente se haya invertido más en infraestructuras que en investigación, estudios, análisis, alternativas…

  2. c)  El tratamiento de las aguas residuales sigue dejando bastante que desear.

  3. d)  Aunque se hace un esfuerzo en ello, no son muy adecuados aún algunos sistemas de regadío.

  4. e)  La demanda de agua media por habitante en España es elevada.

  5. f)  Dado que la oferta y la demanda no pueden crecer indefinidamente, es necesario mentalizarse en gastar mejor el volumen total de agua disponible. Por tanto, una correcta gestión no debe contar con soluciones únicas, sino con líneas alternativas de aprovechamiento (aguas subterráneas, desalación de aguas de mar, reutilización y reciclaje, depuración de aguas residuales…).

  6. g)  Al margen del menosprecio de los derechos humanos de algunos regímenes políticos, o de la inexistencia de un futuro económico, la escasez de agua ha hecho, hace y posiblemente seguirá siendo, la principal causa de emigración (del Sur al Norte, de África a Europa, de la España rural a la urbana, de la interior a la costera), solo que cada vez menos los posibles emigrantes tienen menos lugares donde ir.

  7. h)  En algunos sitios el agua es la excusa de conflictos, entre otros motivos, por culpa de los trasvases de agua.

  8. i)  La regulación del agua mediante embalses y trasvases ha influido bastante en el reparto territorial de la población, lo cual ha dado y sigue dando lugar a sitios superpoblados donde la dependencia de agua deja mucho que desear, al mismo tiempo que limitan las posibilidades de desarrollo económico. Mientras existen otros lugares donde la calidad de vida aún no está muy deteriorada, pero a la que se le restan sus recursos hídricos para que sigan creciendo artificialmente grandes urbes que tienen verdaderas limitaciones de agua, y, además, el ser humano se empeña en que sigan creciendo. O sea, que la gestión realizada y/o su planificación han provocado verdaderos desequilibrios territoriales. Pero lo que parece más grave es que se sigue valorando la gestión hídrica mediante situaciones límites y a corto espacio de tiempo, incrementando aún más esos desequilibrios.

  9. j)  Valorar la desalación de las aguas marinas, especialmente en lugares con fuertes déficits hídricos y en particular para el abastecimiento público.

  10. k)  Tambiénsedeberíanvaloraraspectosnegativosporelexcesoderegulación hídrica de cauces mediante embalses, los cuales están provocando impactos no siempre positivos, entre otros: modificación del microclima de las zonas cercanas; frenos al fluir lógico del agua, interrumpiendo con ello las rutas migratorias de los seres que viven en ellas; carencia de escala de remonte o descenso para peces en bastantes de ellas; barreras para los sedimentos; deposición de tierra en una parte importante de los embalses (esa pérdida de capacidad también debería valorarse económica, social… y ecológicamente); afectación al régimen natural del flujo en el entorno; modificación de la flora y fauna del lugar; reducción de aportes de nutrientes y sólidos al mar; a veces inundación de pueblos, bosques, huertas, depósitos arqueológicos…; pérdidas de los terrenos dedicados a diques, vías acceso, poblados, residencias durante las obras…; mermas importantes de agua por evaporación; imposibilidad de los desoves de salmones en las cabezas de los ríos por ellos habitados; afectación a los taludes del vaso; posible contribución a la desertificación de áreas por salinización de sus suelos, en lugares donde los aprovechamientos intensivos de los ríos de grandes cuencas cuentan con sectores áridos o semiáridos…

    6.- Necesidades socioambientales

    Quizás se deba reflexionar más sobre las necesidades socioambientales y realizar ciertas medidas, como:

    1. a)  Profundizar más en el conocimiento del medio natural hídrico, teniendo presente todos los factores y no solo la cantidad de agua.

    2. b)  Proteger, conservar y, en su caso, restaurar zonas húmedas, márgenes, riberas, sotos…

    3. c)  Realizarestudiosdecaudalesecológicosycaudalesmínimosdelosríos, para con ello determinar condiciones mínimas de habitabilidad. Posiblemente sea necesario no olvidar que están desapareciendo muchos sistemas acuáticos y con ello muchas especies adaptadas en los mismos.

    4. d)  Realizarmodificacioneslegalespararegularlasrelacionesentreelmedio natural y el medio hídrico.

    5. e)  Recuperar ciertas infraestructuras hídricas tradicionales: acequias, molinos, sistemas de elevación, pozos contaminados y abandonados…

    6. f)  Sensibilizar a la opinión pública sobre las necesidades socioambientales del agua.

    7. g)  Considerar los problemas de agotamiento y salinización que se están produciendo en la sobreexplotación de muchos acuíferos, antes de proceder a la captación de agua de otros nuevos y de los existentes.

    8. h)  Ordenar la gestión del dominio público hidráulico donde aún no se ha hecho.

    9. i)  Conservar los recursos ambientales dependientes del agua.

    10. j)  Inventariar fuentes potenciales de contaminación hídrica.

    11. k)  Depurar y rehusar las aguas residuales.

    12. l)  Ayudar al medio natural construyendo barreras a la contaminación del agua, eliminando: vertidos tóxicos y peligrosos industriales; infiltraciones de las ganaderías intensivas, especialmente “macrogranjas”; riegos inadecuados; productos altamente tóxicos y otros bioacumulables (nitratos, pesticidas…); agrotóxicos contaminantes mal utilizados, manteniendo un estricto control sobre ellos; fumigaciones aéreas a determinadas distancias de masas y corrientes de aguas; el paso de la escorrentía o infiltraciones de aguas que se han contaminado; investigando sobre formas, maneras, producto,… para contaminar menos.

    1. 7.- Posibles alternativas

      Éstas no solo deben basarse en su corrección sino en la prevención de la contaminación. Entre otras, a continuación se enumeran algunas de las posibles alternativas tendentes a la mejora de la problemática existente:

      1.- Generales:

      • Alterar lo menos posible el ciclo hidrológico del agua.

      • Meditar y actuar en consecuencia sobre los impactos del cambio climático en relación con el agua.

      • Garantizar el suministro de agua y sus repercusiones sanitarias, sociales, económicas… y ambientales.

      • No imponer soluciones únicas como únicas posibles.

      • Alcanzar una mayor agilidad y eficacia en la administración del agua.

      • Valorar al agua como bien escaso. Por ello se debería plantearse cuestiones, hábitos y costumbres de ahorro, tanto en épocas de escasez como en años lluviosos.

      • Marcar ciertas prioridades en el uso del agua (uso doméstico, necesidades ambientales, industria, energía, agricultura, ocio, recreo…).

      • Dotar a la administración hidrológica con recursos y capacidad suficientes para gestionar adecuadamente un recurso tan importante para la sociedad como este recurso vital.

        • Usar el agua para promover el desarrollo económico y también otros aspectos sociales… y ambientales, antes de tomar una decisión sobre la elección de una alternativa hídrica.

        • Enriquecer el conocimiento y mejorar la gestión del agua y su control

        • Introducir en órganos decisorios mayor participación ciudadana.

        • Aplicar nuevas técnicas en la gestión hídrica basados en el conocimiento necesario para que un programa resuelva un problema determinado.

        • Estudiar o revisar el destino del agua de los embalses ya existentes antes de construir otro.

        • Practicar las medidas necesarias para controlar el grado de cumplimiento de la legislación vigente.

        • Prohibir la sobreexplotación de los acuíferos para evitar sus consecuencias.

        • Controlar las aplicaciones de alto riesgo contaminante.

        • Crear progresivamente infraestructuras suficientes para la depuración de todas las aguas residuales urbanas e industriales, de forma que se asegure su posterior uso.

        • Reforestar las cuencas con especies autóctonas no pirófitas.

        • Proteger el dominio público hidráulico y las zonas de servidumbre facilitando su vegetación natura

2.- Al riego agrícola:

  • Disminuir la superficie de riego cuando se supere la regulación existente, así como modificar las prácticas basadas en el excedente o despilfarro de agua.

  • Investigar o recopilar estudios de las necesidades hídricas reales de los cultivos, para con ello aplicar dotaciones de agua en función de dichos estudios.

  • Controlar el consumo de agua para riego y penalizar derroches.

  • Fomentar cultivos de menor necesidad hídrica, sí social, ecológica y económicamente es posible.

  • En relación con la modernización de regadíos, valorar y financiar algo más las actividades sociales, ambientales…, y no tanto las relacionadas con la producción intensiva agraria.

  • Modificar la política de precios (primar calidad sobre cantidad).

  • Fomentar los cultivos extensivos frente a los intensivos y recuperar parte de los de secano, si los hay.

  • Mejorar la resiliencia de los cultivos de secano.

  • Desmitificar al regadío y valorar con mayor profundidad su transición.

  • Valorar con más objetividad la puesta en riego de más superficie de secano. Ello llevaría a grandes inversiones, y a la dependencia de grandes empresas en lo que respecta a tecnología, pesticidas, abonos…, creando una situación en la que el campesino-propietario (principalmente mediano y pequeño) gozaría de muchos inconvenientes de la propiedad (meteorológicos y de otra índole, deudas e hipotecas con bancos, dificultades en la comercialización de la cosecha…); sin embargo, muchos de los beneficios originados pasarían a manos de las multinacionales suministradoras de los inputs.

    • Sensibilizar al agricultor implicándolo en el uso racional de productos potencialmente contaminantes (uso de fertilizantes, pesticidas…).

    • Formar e informar a las personas productoras sobre la elaboración de un código de buenas prácticas agrícolas, el uso racional del agua, la sobreexplotación y salinización de acuíferos, la implantación de nuevos sistemas de regadío…

    • Prohibir el riego proveniente de acuíferos que estén en peligro de salinización y/o sobreexplotación.

    • Reutilización de las aguas residuales cuando química y sanitariamente sean adecuadas.

    • Priorizar el riego de cultivos destinados al consumo regional, para frenar las migraciones.

    • Estudiar impactos y viabilidad de sistemas alternativos de riego.

    • Buscar la eficiencia en el riego.

    • Prohibir prácticas de fumigación de productos fitosanitarios a escasa distancia de los focos de agua.

    • Fomentar alternativas de cultivo, como: control biológico, alternativas agronómicas, productos selectivos…

    • Realizar estudios de cultivos y abonar con cantidades adecuadas.